Tenía meses… tal vez más de un año que no recordaba
vívidamente mis sueños. Sobre todo porque regularmente he estado durmiendo poco
y muchas veces me despierto apurado porque hay cosas que hacer por lo que casi no recuerdo lo que sueño y cuando lo hago recuerdo muy poco, si acaso fragmentos o elementos aislados y regularmente lo olvido a los pocos minutos… Hoy también dormí poco y me desperté de prisa, por eso me sorprende doblemente recordar mis sueños con mayor detalle
y extensión.
En realidad, fueron cuatro sueños, más o menos
conectados entre sí. Para celebrar la ocasión decidí escribirlos y
compartirlos.
Sueño01: La
huida
Este sueño fue tal vez el más largo, pero el que
recuerdo de modo más nebuloso, inconexo e incoherente.
Estaba dentro de una casa en un pueblo o villa,
tipo medieval, escondiéndome o huyendo de alguien, no sabía de quien, solo que
me tenía que esconder. No era una huida de “¡aaah!, ¡El asesino viene detrás de
mí con un hacha!”, sino más bien, que varias personas del pueblo querían
encontrarme y yo tenía que andar con cuidado para no ser descubierto. Había
encontrado la manera de entrar a esa casa (que no era la mía, obviamente) y
merodeaba por ahí tratando de no llamar la atención. La casa era de piedra, grande,
y se veía que estaba habitada pero no veía a nadie, hasta que de repente, al
entrar a uno como comedor (con mesa larga de madera) veía entrar a la
habitación a una muchacha con un vestido azul, como de unos 15 años, haciendo
labores de la casa. Como que estaba haciendo preparativos para la comida; parecía
que era de la “servidumbre”, sin embargo, ella me veía y ni siquiera se
inmutaba. Yo tampoco hablaba con ella para no llamar la atención.
Luego de unos instantes, por las ventanas, veía en
los alrededores de la casa que llegaba gente que me buscaba y hablaban entre
ellos tratando de averiguar por donde me había metido. Yo me agachaba para no
ser visto y mientras miraba hacia el piso veía un par de gatitos muy pequeños.
Uno era blanco y el otro no sé bien, pero era de color claro. Se acercaban
hacia mí y yo veía un platito con leche en el suelo, así que se los acercaba y
comenzaban a tomarla… me quedaba pensando en que a los gatos les suele hacer
daño la leche de vaca (aunque sea común que les den leche) y no sabía si estaba
bien o mal haberlos dejado tomarla.
Parecía que alguien se percataba de que estaba en
la casa y empezaban a murmurar sobre qué harían para sacarme de la casa. De
repente, se comenzaron a poner más agresivos y algunos se dirigían a buscarme
mientras que otros comenzaron a arrojar objetos hacia la casa para hacerme
salir o llamar mi atención. Para ese entonces, yo no estaba solo, sino que una
mujer con ropa medieval como para combatir, estaba conmigo, como si estuviéramos
en el mismo bando. Yo buscaba una salida por otra dirección hasta que lograba
salir y después me veía, junto con la mujer huyendo en una especie de campo
abierto. Me percataba que no tenía armas, únicamente llevaba conmigo un escudo de
madera con el que podía cubrirme de lo que me arrojaran pero no podría
contraatacar. Para entonces, ya no venían detrás nuestros perseguidores y el
campo se había convertido en un bosque no muy denso, así que pudimos continuar la
marcha con más tranquilidad. Llegábamos a una cabaña de madera en medio del
bosque (como en los cuentos) que tenía al lado como un área techada, tal vez
para amarrar a los caballos. Entrábamos a la cabaña y era tan solo un cuarto de
unos 4 x 4 metros, con una cama, algunas vasijas y muebles pequeños. Un
mobiliario muy básico, para una sola persona. Empezaba a hurgar en los rincones
de la cabaña hasta encontrar una espada maltrecha de madera. Volteaba con mi
acompañante y le decía, mostrándole la espada: “Mira. Con razón no encontraba
la espada. Estaba aquí mismo, pero me salí muy rápido y no busqué bien cuando
me fui. Si me la hubiera llevado, a estas alturas, seguramente ya la hubiera ‘upgradeado’”.
Lo cual era una alusión directa a los juegos de “The Legend of Zelda” en los
que obtienes de inicio un equipo muy básico, muchas veces en la habitación en
la que inicias.
Sueño 02:
Guadalajara
Esta parte es breve, básicamente solo fue una
conversación, pero la recuerdo con bastante claridad.
Estaba en un mercado que se parece a otros mercados
que conozco, pero no era ninguno en particular, aunque se suponía que era en la
ciudad de Guadalajara. El mercado era limpio, no muy grande, bien iluminado,
era de construcción reciente, pero tenía puestos de verdura, carnicerías y de
comida preparada… como muchos mercados reales. Había un pasillo en un segundo
piso por el que caminaba y miraba hacia abajo. Me seguía acompañando la mujer
del sueño anterior, aunque no recuerdo cómo vestía, solo que ya no llevaba ropa
medieval. Platicábamos de un proyecto en el que estábamos trabajando: teníamos
que desarrollar un juego que tomaba lugar en la ciudad de Guadalajara, pero 1,000
años en el futuro y trataba algún tema tipo “juego serio”. Lo primero que platicábamos
es que 1,000 años es mucho tiempo y en ese periodo puede pasar cualquier cosa con
el mundo y Guadalajara podría verse de cualquier manera y no hay manera de
predecir cómo sería tan a futuro. Podría ser que fuera tan solo ruinas después
de una guerra o de ser abandonada la ciudad, o bien, podría ser la ciudad más
importante y avanzada del mundo. No había forma de saber cuál predicción sería
más correcta. Ninguna idea parecía disparatada… pero que aun así, lo mejor que
podíamos hacer era analizar las condiciones actuales para tomarlas como punto
de partida y trabajar sobre eso para plantear un cauce que nos lleve a un
posible futuro, ya que eso le daría más verosimilitud y coherencia a nuestro
trabajo. Ambos estuvimos de acuerdo con ello. De repente, recordaba el trabajo
de la doctora Carolina Islas, ya que ella trabaja con “Location Based Games” y para
ese tipo de juegos es muy importante tomar en cuenta el entorno y diseñar en
función de ello. No se puede diseñar si no se conoce o no se investiga el lugar
para el cual se está desarrollando el juego y pensaba que teníamos que aplicar
la misma filosofía.
Sueño 03:
Fisca y Química
Este es otro sueño breve que era más que nada una
conversación, pero también lo recuerdo con relativa claridad.
No recuerdo si salía del mercado, pero de repente iba
caminando por la calle platicando con dos de mis amigos científicos: Neko y
Francisco Cuellar. Les comentaba que había visto una definición de “Física” que
me había llamado mucho la atención. Neko me decía que seguramente era una definición
toda mafufa y rebuscada pero yo le decía que no, que todo lo contrario, que era
una definición muy breve, pero que lo extenso tal vez sería mi explicación de
por qué me parecía relevante dicha definición. Antes de decirles la definición
los iba a poner en contexto, pero no me dejaban muy bien explicarles lo que
tenía que decirles, pero básicamente, lo que les decía es que desde hace años
había pensado en que tal vez la Química, como ciencia, debería estar englobada
dentro de la Física (lo cual es algo real, no solo del sueño) y Francisco me
decía que eso no tenía sentido (jajaja) aun antes de explicarle el porqué de mi
postura. Lo que yo les intentaba decir, aunque no lo lograba muy bien en el
sueño, es que la Física y la Química estudian las propiedades del universo a
distintos niveles. La Física estudia desde lo más pequeño que conocemos, que
son las partículas subatómicas, como los quarks o los bosones… hasta lo más
grande, como las estrellas, galaxias y la naturaleza del continuo
espacio-tiempo… sin embargo hay un espacio intermedio que no se considera
materia de estudio de la Física, el cual es lo que conocemos como Química. También
les comentaba que creo entender por qué se dio de ese modo, que en primer lugar,
pensaba que la complejidad del área de estudio de la Química es muy amplia pero
está bien delimitada y por lo tanto, suena práctico establecerla como un área por
separado ya que, incluso dentro de la química, hay diferentes ramas muy
distintas entre sí. En segundo lugar, está el asunto de la costumbre: hay
muchas denominaciones y clasificaciones que son completamente arbitrarias pero
se siguen utilizando porque alguien las creo hace mucho, cuando no se podía
saber si eran o no las más adecuadas, y ahora, aunque eso se pueda revisar, ya
todos lo usan sin cuestionar si es lo mejor o no y, por lo tanto, modificarlo sería
una tarea muy compleja. Probablemente la
diferenciación entre Química y Física sea una de esas cuestiones, que se haya dado
solo porque se originaron de manera independiente la una de la otra, y aunque desde
hace años estoy inclinado a pensar que taxonómicamente la Física debería
englobar a la Química, no tengo elementos suficientes para afirmarlo
tajantemente, solo tengo una hipótesis muy somera y necesitaría estudiar y
analizar bien la situación para llegar a una conclusión sólida y por lo tanto,
también estoy abierto a escuchar comentarios al respecto de cualquier tipo. Pero, por lo mismo, también les comentaba que
aun cuando yo pudiera demostrar que lo más correcto fuera clasificar la Química
dentro de la Física, eso no significaría necesariamente que eso haría alguna
diferencia, y que lo más probable es que la costumbre siguiera prevaleciendo.
Sin embargo, mi alternativa, como siempre, ha sido la ficción, de modo que en
mi universo ficticio, más concretamente en “LEN”, hay un planeta en el que si
tienen clasificada la Química como una rama de la Física, y que es la
herramienta que siempre he buscado para
proponer mis ideas.
A todo esto, no estoy seguro si en el sueño pude
comentarles la definición que encontré (que no estoy seguro si solo era parte
del sueño o realmente la vi en algún lado), la cual dice simplemente que la
Física es “La ciencia encargada de estudiar la energía”, y bajo esta
definición, sí sería necesario diferenciarla de la Química que se encarga más
del estudio de la materia… aunque según la física, materia y energía son la
misma cosa, así que…
Sueño 04: La
prisión
Este es el último sueño, no fue tan extenso, pero
fue el más vívido y que me hizo pensar en escribir lo que soñé.
Según el sueño, yo vivía en una prisión en la que
también estaban mis amigos videolúdicos Ricardo Pestaña y Rubén Hernández, sin
embargo, en realidad, no funcionaba como una prisión porque podíamos salir a
nuestro libre albedrío. Es decir, vivíamos en unas celdas todas feas, grises y
oscuras, que parecían calabozos y la prisión parecía un castillo. La
distribución del lugar era muy similar a la prisión de “Butcher Bay” del juego
de Riddick, pero el estilo de la construcción no era futurista, ni siquiera contemporánea,
sino anticuada, parecía una edificación medieval o al menos tenía un estilo muy
rústico. Los muros parecían de piedra, como si cada bloque de celdas fuera de
una sola pieza y las habitaciones estuvieran talladas de un monolito
gigantesco. No se veían uniones o bordes pulidos. Los pasillos entre las celdas
también eran rústicos y parecían callejones empedrados. Al parecer cada bloque
de celdas era un edificio separado de los demás y los pasillos no estaban
techados de modo que se podría mirar hacia el cielo aunque no se veía nada. Era
de noche y la iluminación en los pasillos era muy pobre no se alcanzaba a ver más
que a unos cuantos metros. No se veían lámparas, por lo que yo asumía que era luz
de antorchas aunque yo nunca las vi. Cada celda tenía una pesada puerta de
madera con una ventanita con barrotes.
Cada uno de los “prisioneros” teníamos una celda
individual y podíamos cerrarla con llave, tanto para gozar de privacidad
mientras estuviéramos ahí como para dejarlas cerradas en caso de que saliéramos.
Sin embargo, si salíamos, de poco servían las cerraduras porque los “presos”
más agresivos solían forzarlas y de todos modos entraban a las habitaciones de
quienes no estuvieran y se robaban lo que querían, así que lo mejor era
quedarse para resguardar cada quien sus pertenencias. En el sueño, no vi más
que a mis amigos en la prisión, pero sabíamos que había más presos en el lugar.
Había un evento en el pueblo cercano a la prisión,
una feria o algo similar y por esa razón muchos habían salido a divertirse,
aunque sabía que los presos más peligrosos seguían ahí, en sus celdas. Siempre
se quedaban para aprovechar y robar las celdas de los demás, no tanto por
necesidad sino simplemente para fastidiarlos. Lo cierto es que ningún preso
tenía nada realmente de valor, más bien, el asunto era ese. Éramos tan pobres
que cuidábamos a más no poder lo poco que nos quedaba. Perder una hoja, un lápiz,
un libro era toda una tragedia. Aparte, yo me sentía ahí muy solo y pobre en
ese lugar. No me sentía realmente prisionero, pero sentía que mi vida era
patética porque en realidad no tenía a donde escapar no tenía a donde ir. Eso
era lo mejor que tenía pero definitivamente no era suficiente. Al menos, contaba
con mis amigos, con quienes podía conversar y distraerme y eso me permitía
soportar la situación.
(Creo que no es difícil entender lo que toda esta
situación del sueño significaba a nivel subconsciente).
Estaba en el pasillo frente a mi celda conversando
con mis amigos, quienes me preguntaban si quería ir yo también al pueblo. Yo
les decía que sí me gustaría pero que no quería dejar sin vigilancia mis
pertenencias. Ellos también estaban indecisos entre ir o no por la misma razón.
Aun así, luego de platicarlo un poco nos animamos a ir al pueblo, rezando
porque a nuestro regreso encontráramos todo en su lugar. Cerré mi celda con
llave y caminamos hacia la salida.
En el sueño, nunca vi el exterior de la prisión. Simplemente,
luego de decidir salir, fue ”corte a” el momento en el que ya habíamos
regresado… Yo venía un poco apresurado y preocupado por la posibilidad de que
hubieran entrado a mi celda. Al llegar al pasillo, me di cuenta que la puerta
estaba abierta. Me adelanté y entré a ver qué había pasado sin siquiera cerrar
la puerta, dejando a mis amigos afuera sin decirles nada. Inmediatamente, noté
que faltaba mi televisión y había unos cables arrancados. La televisión que
tenía en el sueño (aunque no la vi, pero lo sabía) era un televisor en
específico de la vida real, era la primer televisión a color que compraron mis
papás para la casa, era de 14 pulgadas, y si mal no recuerdo, marca Samsung. La
compraron cuando nos mudamos a Durango, y después de algunos años, se volvió la
televisión que teníamos mi hermano y yo en nuestra recámara, en la que
jugábamos videojuegos. No sé si aún esté en Saltillo ese aparato porque lo
último que recuerdo es que ya fallaba. En el sueño, por alguna razón era la televisión
que tenía en mi celda y por toda su historia, me dolía mucho que no estuviera.
No sabía quién la tomó y supongo que de nada hubiera servido averiguarlo. Mi
único consuelo que en ese momento pensé fue: “bueno, de todos modos, ya casi no
veo televisión”, pensaba que tal vez necesitaría más libros y que no me vendría
mal ponerme a leer. Revisé rápidamente mis demás pertenencias y al parecer era
lo único que faltaba. Parece ser que de lo poco que tenía, ninguna otra cosa
les interesaba. Aun siendo una televisión tan vieja era mi pertenencia más
costosa.
En eso, recordé que tenía algo más de valor en mi
celda y me apresuré a revisar. Mi celda no era completamente rectangular sino
que tenía como otra pequeña habitación al fondo, aunque no había puerta que la
dividiera, simplemente eran como dos cuadrados (uno grande y otro pequeño) que
se intersectan parcialmente por una esquina. Fui rápidamente a la parte pequeña
de la celda, que tenía llena de papeles desordenados y una mesa que usaba para
trabajar, y sentí un gran alivio cuando me di cuenta que ahí estaba mi otra
pertenencia valiosa. Mucho más valiosa que la televisión. Salió de debajo de la
mesa, subió grácilmente y se posó sobre ella mirándome tranquilamente con sus
grandes ojos mientras inclinaba su cabeza. Era un pequeño gato que había
adoptado, tenía como tres meses de edad, de color anaranjado con el pecho
blanco y tenía su pelo largo y esponjoso. Era muy bonito, parecía como de una
postal. Al verlo, tan lindo y tan sereno, sonreí, me acerqué y metí la mano debajo
de la mesa en la que estaba posado, buscando algo que había dejado pegado con
cinta en un pequeño espacio entre la mesa y un montón de papeles. No tardé en
encontrarlo. Lo sujeté y lo jalé para despegarlo. Era una bolsita de plástico con
unas cuantas croquetas. La desaté y busqué un platito para servírselas. Me senté
a su lado para verlo comer y le dije: “al menos no te vas a quedar sin cenar”.
Luego desperté… y recordé que no tengo gato. :(