Este año que está terminando fue muy pesado. En realidad, han sido como los últimos 20 meses, pero hubo unos cuatro o cinco meses al terminar el 2016 y comenzar el 2017 que fueron en particular complicados. Por fortuna, las cosas han ido mejorando, aunque no se han resuelto del todo y conté con el apoyo de varios amigos para sobrellevar la situación. Sin ustedes, no sé qué hubiera hecho. Les estoy muy agradecido.
También hubo cosas buenas en este tiempo, algunas muy memorables que voy a atesorar el resto de mi vida. Pero bueno, en vista de las dificultades, es necesario replantear y reflexionar, buscando la manera de que las cosas funcionen mejor.
Hace años, leí algo que (aunque no recuerdo las palabras exactas ni con precisión quién lo dijo) se me quedó muy grabado. Parafraseando, una autora de comics decía: “Llegué a un punto en mi vida en el que aun no soy vieja pero no sé si el tiempo que me queda me alcanzará para hacer las cosas que me faltan por hacer”. Hablaba de los proyectos a los que hay que invertirle años para sacarlos adelante y cómo solo podemos hacer unos cuantos de esos en la vida, por lo que tenemos que elegirlos muy bien.
Bueno, desde hace años también me siento así. Ahora soy más viejo que ella cuando escribió esas palabras y aun no he concretado ninguno de mis “proyectos de vida”. Me he dedicado a hacer otras cosas o preparar el camino para cuando se puedan hacer, pero el tiempo se me está yendo. De hecho, siento que ya no me alcanzará la vida para terminar mis cosas, lo cual es bastante frustrante, pero aun así creo que debo intentar avanzar lo más posible. Es lo que me queda.
Sé que soy ambicioso. Quiero hacer muchas cosas muy específicas que no son fáciles de lograr, pero, sobre todo, no se trata solo de hacerlas por hacerlas o de hacerlas al aventón, sino de hacerlas “a mi manera”, o de otro modo no tendrían sentido. He tomado decisiones para poderlas hacer, pero tal vez mi estrategia ha sido equivocada porque no ha funcionado, así que tengo que hacer ajustes. Y mi problema no es solo con los “proyectos” que no he logrado terminar. De hecho, esa es la parte que menos me preocupa. Donde más corto me he quedado es en cuanto a mi vida personal.
Es por ello que tengo que enfocarme. Este año también dediqué mucho tiempo a actividades que me exigían mucho y no me estaban dejando un beneficio económico ni una satisfacción personal ni nada que me ayudara a avanzar en mis cosas o a sentirme mejor. Tengo que hacerlas a un lado. No puedo darme el lujo de dejar ir mi tiempo y energía, cada vez más escasos, en estas cosas. Pasé semanas trabajando a más no poder, desvelándome y malcomiendo, para poder terminar cosas que no eran mías… y al final, con toda la pena del mundo, tener que buscar a quién le podía pedir prestado para tener aunque sea algo de comer y pagar lo básico. Eso no está bien. Es sumamente desgastante. No es saludable y tampoco me hacía sentir bien. No necesito eso. No lo quiero.
Es contradictorio y físicamente imposible pero necesito trabajar más, necesito descansar más...necesito dinero, necesito leer más, necesito comer mejor, necesito hacer ejercicio, necesito dedicarme más tiempo a mí y a las cosas que disfruto… necesito redescubrir las cosas que disfruto porque prácticamente las he olvidado. Necesito avanzar y terminar mis proyectos, necesito atender mis necesidades personales. Necesito reprimirme mucho menos. Necesito buscar sentir cosas y externar lo que siento. Necesito otras cosas que aquí no menciono… el tiempo no me va a alcanzar para todo. Habrá que ver a qué se le puede hacer espacio y equivocarse lo menos posible.
Decir “NO” es una de esas lecciones de vida tan sencillas y tan difíciles de aprender. Lo intento siempre y pocas veces lo hago bien. Tengo que seguir trabajando en ello. Voy a tener que esforzarme más para decir “no” cuando me pidan ayuda. No puedo decir tajantemente que les negaré mi ayuda a los demás pero definitivamente seré menos proactivo en ese sentido. No quiero ser egoista… pero creo que debo serlo. Todos debemos serlo en la medida correcta y en estos momentos, lo necesito. Ayudar a los demás nunca ha sido parte de lo que quería hacer pero solía hacerlo con gusto. No quiero ser grosero o mal agradecido con quienes me han tendido una mano pero necesito atenderme a mí mismo y atender menos a los demás. Sé que no puedo ni debo aislarme completamente del mundo pero tengo que pintar mi raya. Estoy muy diezmado. No solo quiero tiempo para mis propios proyectos, quiero tiempo para descansar y para hacer cosas placenteras. Odio vivir solo para trabajar y muchas veces termino haciéndolo.Ya no quiero echarme cargas innecesarias. Ya no quiero desvelarme trabajando en proyectos que ni son míos ni me están dando para comer. Tengo demasiadas cosas que resolver como para ponerme a intentar resolver las de los demás.
Esta es una decisión consciente. Me alejaré, en la medida de lo posible, de las comunidades, de los eventos y otras actividades. No al 100% pero limitaré mucho mi involucramiento. Lo dosificare. Sé que también para mis proyectos necesito contactos y networking pero me abstendré de involucrarme en la organización de este tipo de actividades. Incluso, hay responsabilidades que tomé hace poco que no debí tomar y tengo que resolver qué hacer con ello.
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