Aunque he jugado muchos juegos, y he conocido muchos personajes a través de ellos, pocas veces me siento identificado con alguno. Más bien, suelo sentir como si manejara una marioneta, o si acaso, como si viera brevemente, como por una ventana, la vida de alguien más.
De esas pocas veces en las que he sentido una identificación o empatía particular con un personaje hay una que se me quedó muy grabada, tal vez porque incluso a mí me pareció poco obvia o inesperada, ya que se basa en un detalle muy poco notorio e irrelevante dentro del juego, pero que para mí tiene mucho significado. El personaje al que me refiero es Zasalamel, de la saga de Soul Calibur, y a decir verdad, no es mi personaje favorito del juegoni mucho menos... ni si quiera me gusta tanto su arma o su estilo de pelea... pero el momento que me hizo identificarme o al menos desear ser en parte como él, es un aspecto que se menciona en su epílogo, que me pareció muy memorable.
Zasalamel aparece por primera vez en Soul Calibur III, y en su origen se narra que nació mucho tiempo antes de los eventos del juego, en una tribu muy antigua, encargada de resguardar la espada Soul Calibur. Sin embargo, en algún momento, él tiene desacuerdos con las leyes de su pueblo, por lo que se rebela y decide autoexiliarse para tomar su propio camino. Ya que Zasalamel tiene afinidad por la magia, decide dedicarse a la búsqueda e investigación del conocimiento en esta área, incluido todo aquello que estaba prohibido en su tribu y lo que se creía que se habían perdido para siempre. En algún momento, Zasalamel logra aprender el arte de la reencarnación mágica, y de este modo puede morir y renacer indefinidamente, conservando intacta su consciencia y la memoria de sus vidas pasadas. Sin embargo, luego de numerosas reencarnaciones comienza a perder el gusto por vivir, así que decide finalizar con su vida de forma definitiva, pero desafortunadamente, no hay forma de anular el hechizo y está condenado a reencarnar por siempre (eso me recuerda algo que hice con algunos amigos hace ya casi 20 años). Buscando una respuesta a su problema, llega a la conclusión de que necesita el poder tanto de Soul Edge como de Soul Calibur para terminar con su existencia¹.
Al final del juego, Sazalamel logra su cometido, pero el poder de las espadas no lo elimina en el momento, sino que únicamente levanta la 'maldición' y Zasalamel vuelve a ser mortal:
"My curse was lifted, and I was freed from my eternal damnation.
I then contemplated how I should spend the remainder of my life"
Ahora bien, la parte que me impactó y con la que me sentí muy identificado es lo que sucede inmediatamente después de esto:
"With everything complete all that remains now... is to wait for my time."
Yo no he vivido ni viviré tanto tiempo como Zasalamel, y por lo mismo, nunca tendré tantas cosas que contar como él; y no sé si las cosas que yo experimente o presencíe durante mi vida sean del interés de los demás o si alguien siquiera se detendría a ver y repasar las cosas que viví.
Me gusta hacer muchas cosas y me gustaría hacer muchas otras más, pero de entre todas esas opciones, decidí enfocarme en unas cuantas y es lo que me lleva a definirme como 'Diseñador'. Sin embargo, hay una parte de mí que (tal vez de manera pretenciosa) no puede evitar sentirse 'historiador'.
Frecuentemente siento el impulso de llevar un registro de las cosas que hago y de las que pasan a mi alrededor: de las personas, de los lugares, de los eventos, etc, aun cuando algunos parezcan poco o nada relevantes. Me gusta recabar información, ordenarla y tratar de darle un sentido. Me gusta contar historias, tanto ficticias como reales. Me gusta tener y hacer referencias precisas que puedan consultarse cuando se requiera... Pero a nivel profesional, no soy historiador, no me dedico a esto, así que no puedo hacerlo de lleno. La mayoría de las veces lo que termino haciendo es ignorar ese impulso y tratar de evitar obsesionarme con eso para usar mi tiempo en cosas más 'productivas'... pero de vez en cuando, dejo salir esa pulsión y me pongo a escribir y registrar cosas. Esa es la principal razón por la que tomo fotografías, recopilo datos y comparto información. Quisiera poderle poner más esmero y dedicarle más tiempo para tener un archivo completamente extensivo, ordenado y sistemático, pero no puedo hacerlo. Tal vez no sería muy sano. Tal vez terminaría haciéndo una crónica de mí haciendo crónicas de mí todos los días porque seguramente las detallaría tanto que no me alcanzaría el tiempo para hacer crónicas de otras cosas.
A veces quisiera poder tomar fotografías de todos los lugares en los que estoy, sacar planos y vistas de cada uno de ellos, explicar su uso, funcionalidad, de qué época es, la gente que está ahí, el motivo por el que estuve ahí, cuánto tiempo estuve ahí, cuándo y la sensación que me causó. Quisiera poder escribir una ficha exahustiva de cada persona que conozco, con imágenes y referencias y describir porqué estuvimos en contacto y lo que sucedió en cada ocasión que nos encontramos, etc. y también, recolectar y conservar toda evidencia física de los eventos importantes para mí, como boletos de cine, tickets de compra, boletos de transporte, objetos dañados (para registrar el evento en el que se dañaron). Pero es algo que nadie podría escribir/catalogar y nadie podría leer.
Mi parte autocrítica y psicoanalítica encuentra bastante obvias las razones de esta pulsión: Durante muchos años, sobre todo de mi infancia, mi vida fue una colección de etapas inconclusas, donde yo no tenía ningún poder de decisión de en donde y con quién estaría. Es decir, ese deseo de registrar y conservar elementos del pasado es el reflejo de mis traumas y carencias.
Durante mucho tiempo sentí que apenas comenzaba a entender una nueva etapa de mi vida cuando esta concluía abrúptamente. Era como entrar y salir de albercas con distintas temperaturas, apenas me aclimataba a una y tenía que cambiarme a otra más fría o más caliente, así que nunca estaba a gusto y nunca las disfrutaba, solo experimentaba la parte incómoda de habituarse a algo nuevo. Como consecuencia de esto, por un lado, sentía un gran vacío y un enorme desasosiego porque sentía que las cosas eran interrumpidas de tajo. Por otro, todo ese cúmulo de situaciones me provoca(ban) un enorme deseo de volver atrás en el tiempo, de recuperar las cosas que había perdido y de aferrarme con vehemencia a lo que tenía en ese momento, porque sabía que en cualquier instante intentarían arrebatármelo, así que tenía que tomar medidas para evitarlo; y también porque necesitaba algo de cohesión y continuidad en mi vida; aunque ya no estuviera en el mismo lugar o con las mismas personas, necesitaba algo que fuera constante, que perdurara y me diera cierto sentido de pertenencia... Y por último, debido a esta situación, cada vez me sentía mas ajeno a todos los que me rodeaban, sentía que cada vez encajaba menos, y se iba volviendo necesario crear una especie de manual para explicarles quien era yo y de donde venía.
Aun así, toda esta necesidad de conservar el pasado, no lo veo como algo malo... o por lo menos tiene su lado positivo. Es decir, aun cuando todo fuera mi subconsciente tratando de protegerse, me agrada eso de tener 'souvenirs' que me remitan a momentos y personas específicos que ya no están a mi alcance. Mucha gente usa las fotografías, pero en mi caso no necesariamente es así; hay muchos objetos que me causan el mismo efecto o algo equivalente... Y sé que hay quienes piensan y sienten de modo similar. Aun si todo esto de preservar la historia, el conocimiento y la cultura resultara ser tan solo una consecuencia indirecta de los traumas e inseguridades de quienes se han ocupado de ello y de quienes han creado bibliotecas, museos y archivos, el beneficio es más que evidente. En tiempos recientes se habla mucho de que hay que saber dejar atrás el pasado y mirar hacia enfrente y entiendo el punto y su importancia, pero también, si todos pensaran así y siguieran al pie de la letra ese postulado, tal vez nadie se hubiera tomado la molestia de detenerse y preservar muchas de las evidencias históricas o de intentar recuperar la información perdida del pasado. A veces, la historia tiene un sentido y una relevancia bastante claros en el momento; pero no siempre es así, y por eso considero que todo conocimiento puede ser valioso y digno de ser preservado, además de que siempre habrá cierta pérdida de información y por eso, cualquier detalle adicional pueda servir para cotejar y recuperarla. Para mí, el conocimiento es lo más valioso de la cultura humana, por eso, no puedo pensar en un mejor final para un personaje que ha vivido tanto tiempo y ha visto tantas cosas, que el de pasar tranquilamente los últimos años de su vida registrando sus memorias.
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