2013/05/10

El Día del Fin del Mundo

No sé exactamente cuándo o cómo, pero de algún modo alguien había decidido que el mundo había vivido suficiente, que el mundo tenía que terminar… o al menos las personas que habitábamos en él… y nadie pareció estar del todo en desacuerdo.

Tampoco sé bien cómo, pero se decidió construir un dispositivo capaz de aniquilarnos a todos de una sola vez, una bomba o algo así. Si, debió ser una bomba, ya que se lanzaría desde un lugar específico, en una fecha y horas determinadas. Sería en Diciembre. Hubiera sido ideal que fuera el 31 a la media noche, pero curiosamente sería antes; varios días antes de navidad, incluso. No estoy seguro de la fecha, pero debió ser el 17 o 18 del mes.

Contrario a lo que uno pensaría, cuando se dio el anuncio todos lo tomaron con serenidad. No hubo histeria, ni siquiera cuando la fecha establecida se acercaba. Tampoco hubo disturbios ni desenfrenos, no hubo euforias ni depresiones, ni preparativos especiales. Todo pasaba con demasiada normalidad. Simplemente, todos sabíamos y aceptábamos que así sería (tal vez así debía de ser). O al menos todos los que sabíamos y así lo aceptábamos. Nadie se opuso a ello. Todos sabíamos que ese día moriríamos al igual que nuestros amigos, nuestros hermanos, nuestros padres y nuestros niños, pero nadie sentía pesar o miedo por ello. Ignoro si se suponía que los animales y las plantas también debían morir o si la ‘explosión’ destruiría el planeta entero o afectaría solo su superficie. De cualquier modo, el objetivo era eliminar a la raza humana, como especie.

Y así pasaron los meses… hasta que llegó la fecha. Todo estaba en calma y el día no era muy distinto a los demás. Tal vez la gente compraba menos alimentos, ya que no tendría caso guardarlos, pero en cuanto a lo demás, era un día bastante rutinario. Aquí, el fin del mundo llegaría en la tarde, poco después de la hora de la comida, tal vez a las 4:00 o 5:00 PM. Estaba en casa de mis papás y mi hermano estaba de visita con su familia. Sabíamos que no tardaría en ocurrir, aunque realmente no estábamos al pendiente del reloj.
Platicábamos de cosas triviales, y luego de un momento, salí de la casa a un puesto de revistas que está a la vuelta de la casa, en la calle que está de bajada, y tomé una revista que estaba sobre el mostrador y comencé a hojearla, se la pedí prestada al encargado y me la llevé para leerla con calma, volví a la casa y fui hasta el patio que está junto al comedor, me senté en una silla de madera que estaba ahí y mientras comenzaba a hojear de nuevo la revista, se empezó a sentir algo que venía del este, como si fuera un viento, pero el aire no se movía, era solo una sensación, tal vez calor, no lo sé… en realidad sabía que venía de Europa central, para ser menos impreciso (ahora que lo pienso, pudo haber sido Suiza, aunque en ese momento no pensé en ello), voltee en esa dirección y alcancé a ver un destello blanco en el horizonte. No era cegador, solo se alcanzaba a aclarar parte del panorama. Pensaba que allá era de noche en esos momentos. El destello creció hasta cubrir de blanco buena parte del horizonte, duró un par de segundos… y después... nada.

Si, nada. Literalmente no se veía nada. Luego de la luz, instantáneamente todo se cubrió de absoluta oscuridad y todo se silenció. Los aparatos eléctricos y mecánicos se detuvieron, y tanto las personas como los animales se quedaron callados. Era como estar flotando en medio de la nada, porque aunque me moviera no se percibía diferencia alguna; la oscuridad era la misma a donde volteara. Era extraño presenciar una oscuridad tan absoluta, más aun siendo pleno día. No sé cuanto duró, yo sentí que fueron como 20 segundos aunque probablemente fue menos. Tal vez fueron solo 5. Es difícil decirlo, en medio de esa absoluta oscuridad el tiempo tampoco tenía mucho sentido. Después de ese lapso, la oscuridad se fue con la misma inmediatez con la que llegó y el día regresó. En Europa debió sentirse más o menos como un simple apagón.

Y entonces, nos dimos cuenta que el mundo no se acabó. 

... Aunque si pasó algo. De inicio pensé que fue una especie de pulso electromagnético que dañaría todos los aparatos eléctricos y electrónicos del mundo, que había acabado con nuestra tecnología, pero tampoco fue así. Hubo algunos que si se dañaron, como cuando hay un apagón eléctrico, pero la mayoría permanecieron intactos. Lo que si pasó es que, aunque la oscuridad ceso, los aparatos eléctricos permanecieron apagados porque en casi todos lados la corriente eléctrica tardó en restablecerse, además de que todas las baterías perdieron su carga y algunas se dañaron permanentemente. 

Después de eso, el mundo regresó a la normalidad… al menos para la mayoría. Es decir, tampoco fue como que nada hubiera pasado. Hubo muertos, accidentes e incendios y algunas emergencias que no pudieron ser atendidas adecuadamente. Los Aviones y Helicópteros que estaban en pleno vuelo cayeron, algunos sobre zonas habitadas. También hubo choques de automóviles y personas que estaban conectadas a sistemas de soporte de vida que no resistieron la pérdida de energía. Hubo muchos daños materiales, pero la gran mayoría de la humanidad sobrevivió. Más del 90% de los humanos sobrevivimos. En realidad, nadie se apresuró a contar las víctimas; esta cifra es mera suposición mía. Se atendieron las emergencias y desastres, pero tampoco eso pareció apurarle demasiado a los sobrevivientes, a fin de cuentas, acababa de pasar el fin del mundo.

La gente no estaba particularmente feliz de que el mundo no hubiera terminado, pero tampoco estaban decepcionados. Simplemente, todos continuamos con nuestras vidas, regresamos a nuestros empleos y retomamos nuestras rutinas, lo cual fue bastante sencillo. No había habido despidos o renuncias masivas ni había habido excesos de ningún tipo antes del fin del mundo.

Si acaso alguien estaba sorprendido con lo que había, o mejor dicho, con lo que no había pasado, fueron quienes construyeron el dispositivo. Nadie supo explicar que fue lo que falló. De hecho, al parecer nada falló, todo parecía haber funcionado correctamente, solo que por alguna extraña y desconocida razón, no tuvo el efecto deseado. Nunca he sabido que se suponía que tenía que haber pasado, si debimos habernos quemado, desintegrado o explotado. Eso nunca se dijo, pero como de todos modos moriríamos muy rápido, nadie se molestó en preguntar.

Un par de meses después, se anunció un nuevo intento para acabar con el mundo. Sería en la misma fecha, exactamente un año después. Como, en teoría, nada falló, se repetiría el método. Se usaría un dispositivo igual al anterior, pero se vigilaría más de cerca para que en caso de que se detectara algún fallo se pudiera corregir en el momento y se lograra el objetivo. Sin embargo, para este momento, algunos ya tenían sus dudas de que el fin del mundo fuera realmente a ocurrir.

Ese año fue un tanto arduo. Con el primer intento del fin del mundo no regresamos a la edad de piedra pero hubo algunas cosas que se dañaron y se perdieron irremediablemente y eso hacía la vida un poco más pesada… se perdió algo de tecnología y también de información. No hubo una ‘reconstrucción’ como tal (¿qué caso tenía?), pero había detalles que tenían que repararse o atenderse para no obstaculizar la vida de los sobrevivientes.

El segundo día del fin del mundo por fin llegó. Creo que en un buen momento. Las lluvias torrenciales eran inusuales en invierno pero en algunos lugares, como en las zonas cercanas al golfo de México, estaban causando graves inundaciones. Grandes planicies estaban anegadas y, por alguna desconocida razón, muchas carreteras se habían convertido en ríos. Así como se oye. Literalmente, el agua corría a través de la red de caminos. A mí me tocó intentar cruzar a pie una carretera, cerca de Veracruz, pero me fue imposible, ya que el agua tenía más de medio metro de altura y la corriente era muy fuerte y rápida… lo único que logré fue empaparme todo y tuve que regresar por donde venía. La gente había notado, semanas antes, que había corrientes de agua sobre los caminos, lo cual no parecía raro cuando llovía - que era la mayor parte del tiempo - pero lo extraño es que aun cuando no era así, el agua seguía corriendo por las carreteras. Al principio eran solo un par de centímetros de agua sobre el pavimento y nadie les prestó atención, pero el problema fue creciendo hasta que esas vías se volvieron completamente intransitables.

Total que, ese día, yo ya había regresado de Veracruz y caminaba por la calle hacia la casa de mis papás. Pasé de nuevo por el puesto de revistas y volví a ver la misma revista que había hojeado un año antes, justo en el mismo lugar que estaba en aquella ocasión, aunque esta vez se veía un poco desgastada. Así que la tomé de nuevo, la volví a tomar prestada y me la llevé a casa de mis papás para sentarme a leerla en la misma silla que el año anterior. Creo que ni siquiera la había leído el año anterior porque el fin del mundo me interrumpió. Al entrar a la casa vi a mi hermano y su familia que, al igual que el año anterior, estaban de visita en casa de mis papás y eso me llevó a pensar que, al ser la misma fecha y la misma hora, la mayoría de las personas estarían haciendo exactamente lo mismo que el año anterior… y así era. 

Y volvió a ocurrir.

Un segundo “fin del mundo fallido”… Accidentes, daños materiales, algunas muertes, incendios por acá y por allá, pero nada cercano a un verdadero fin del mundo. Ahora si comenzaba a ser decepcionante o al menos confuso. ¿De qué se trataba? ¿De qué servía que estuvieran anunciándolo con tanta antelación? Y peor aún ¿Qué sentido tenía gastar tanto en el dispositivo si de todos modos no se cumplía el objetivo?
Las dudas seguían en el aire y, aun así, poco después se anunció oficialmente un tercer intento para el siguiente año, con el mismo método, en la misma fecha y a la misma hora… pero no solo eso, en caso de fallar de nuevo habría un cuarto intento un año después, un quinto, un sexto y así sucesivamente hasta lograr el cometido, y así fue como básicamente se estableció una 'Fecha Anual del Fin del Mundo'… aunque sigo sin recordar cual era esta.

Obviamente, después de este segundo fallo, para muchas personas esta clase de intentos por acabar con el mundo perdieron credibilidad por completo, aunque tampoco hubo un gran cambio. Si acaso, las cosas se volvieron aún más rutinarias de lo que ya eran. Incluso, la gente comenzó a hacer despensa para los días posteriores al fin del mundo. Yo mismo fui a la plaza ese día y me di cuenta que había muchas cosas en oferta: “Ofertas del Fin del Mundo”, les decían. Algunas eran realmente atractivas, sin embargo, no tenía mucho dinero, por lo que no pude aprovecharlas. Encontré en una tienda de juegos una lonchera de “Batman: The Brave & The Bold” con un juego de Wii que creía agotada, pero al parecer, la tienda las tenía en la bodega y no se habían dado cuenta, por lo que aprovecharon para sacarlas y ponerlas en el mostrador, a mitad de precio, para liberar espacio. Aun así no me alcanzaba para comprarla. 

De regreso en la casa me preparé, ahora sí, para el fin del mundo. Me puse a jugar videojuegos un rato y cuando faltaba poco para la hora señalada procedí a guardarlos, junto con la televisión y algunos otros aparatos, en una habitación que yo calculaba que era más segura, y donde era menos probable que se dañaran por algún tipo de radiación. Por supuesto, estaban apagados y desconectados, pero no podía estar seguro si esta vez corrían algún otro riesgo que no había existido en las ocasiones anteriores. Mi sobrina, que ya tenía alrededor de 12 años, estaba de nuevo de visita en la casa y me preguntó si tenía unas pilas tamaño AAA que pudiera prestarle para un control remoto que se había quedado sin batería en el Fin del Mundo anterior. Le dije que tenía unas que eran recargables junto a mi televisión, pero que mejor esperara a que pasara el de esta ocasión, porque (al parecer) las baterías solo se dañaban cuando estaban en uso en algún aparato, y si las colocaba antes se descargarían o podrían incluso dañar el control.

Y después de guardar todo fui de nuevo al puesto de revistas... por la misma revista, aún más desgastada de la portada y con las hojas ya algo arrugadas por la humedad… y me dirigí de nuevo hacia la misma silla a esperar a que la hora llegara mientras pensaba que, a causa de los daños y pérdidas de estos eventos, tal vez sí retrocederíamos a la época de las cavernas luego unos 10 o 15 años más de 'Fin del Mundo'… tal vez ese era su plan luego de darse cuenta de que el dispositivo no funcionaba como esperaban.